domingo, 22 de agosto de 2021

       "YO SOY MI ABUELO, MI ABUELO SOY YO"

Portada de la primera edición, en 1957, en la editorial Doubleday.


    Un día como hoy, en la tarde del 22 de agosto de 1920, nacía Ray Douglas Bradbury, hace ciento un años. Su nacimiento se convertirá en un granítico leitmotiv a lo largo y ancho de buena parte de su ingente producción literaria. El nacimiento, por tanto, de Bradbury permanecerá como el punto de partida de sus siguientes procesos literarios. Pero hasta su nacimiento iba a ser diferente, pues Bradbury necesitó diez meses para venir al mundo a contarnos sus historias entre Las manzanas doradas del sol, El vino de diente de león, llevándonos como tripulantes de sus Crónicas marcianas y enseñándonos a apreciar el incalculable valor del olor del papel del libro en Fahrenheit 451. Como modesto aunque sentido homenaje a este maestro de la fantasía y de la ciencia ficción hecha fantasía, quedémonos hoy con esta confesión titulada "I am my Grandfather, My Grandfather is Me", como parte de las reflexiones y confesiones que compartiera con Sam Weller, amigo y destacado biógrafo, el 18 de septiembre de 2010:



«Recuerdo cómo nací cuando vine al mundo. Mi abuelo estaba allí, y sabía que con el tiempo yo recordaría mi nacimiento. Por eso comencé a desarrollarme cuando tenía solo dos años. Él me sentaba en su regazo y me ponía una pequeña radio de cristal en la mano. Era una pequeña radio de cristal con una bobina de alambre de cobre que girabas con una aguja. Me colocaba unos auriculares en las orejas y así podía oír música que venía de miles de millas de distancia. Eso era a mediados de 1922, cuando se acababa de inventar la radio. No había cadenas de radio ni se oían voces humanas, solo una música estaba a más de dos mil millas de distancia. Mi abuelo me puso en contacto con la invención de la radio. Eso era cuando yo tenía dos años, al años siguiente, cuando tenía tres, me dijo que saliera a la calle con un pequeño saco y lo llenara de dientes de león para traerlo a la bodega del sótano. Mi abuelo roció el diente de león en la prensa de vino y me dijo: "Presiona los dientes de león y ayúdame a hacer el vino de diente de león". Así es como me enseñó a hacer el vino de diente de león».
(Weller, Sam, Ray Bradbury: The Last Interview and Other Conversations, págs. 59-69). 


    Bradbury con solo tres años acababa de descubrir el tesoro que se esconde en las buhardillas y los sótanos de las casas de nuestros abuelos o padres, por eso en 1964 Bradbury, como adulto de cuarenta y cuatro años, afirmaría: «Uno de los aspectos más desgraciados de nuestra era es que ya no tenemos buhardillas ni sótanos en los que guardar el pasado».





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