viernes, 5 de diciembre de 2014




       Zen en el arte de escribir es el manifiesto estético literario de Ray Bradbury. El título, publicado en 1992, comprende once ensayos sobre la repercusión artística que la escritura, interpretada y sentida como un placer, puede ejercer en todo escritor o aspirante a creador literario. Ray Bradbury no escribió este título expresamente, sino que recopiló una serie de ensayos suyos sobre este asunto escritos entre 1961 y 2002. Nuestro autor no sigue un orden cronológico. La disposición de estos ensayos sigue un ritmo metodológico y estilístico. El primer ensayo, "The Joy of Writing" («El placer de escribir») parece —diría que 'es'— un sensitivo prólogo del contenido, y el último, "On Creativity" («Sobre la creatividad... »), una ponderada coda lírica, el contrapunto poético
de su propia carrera literaria. Ray Bradbury te habla como un amigo, como un cercano maestro, incluso, a veces, parece estar confesando sus más íntimas experiencias y vivencias literarias al  psicoanalista que únicamente existió en su propia obra, pero que ahora cobra vida física en su anónimo lector. En definitiva, el título parece estar escrito para TI, el lector. Y además, Bradbury comparte con cada lector, íntima e individualmente,  parte del secreto de su talento literario:

1. "Debes amar la escritura y escribir a diario y/o debes escribir a diario para amar la escritura".  De ahí que nos aconseja empezar a escribir diariamente un mínimo de 1,000 palabras. Porque según él, "la práctica lleva a la perfección".
2. "Sigue un régimen semanal: Escribe los lunes, al día siguiente reescribe lo ya escrito". Esto es lo que él denomina el "crop filtration" ('filtrado de la porquería'). "Y el sábado, prepara el manuscrito para continuar: lava, enjuaga y repite".
3. "Explota". Según Bradbury hay dos tipos de explosión en el escritor: La "IED, "Improvised Explosive Device"  ('Dispositivo explosivo improvisado'), que te puede hacer pedazos; y la verdadera explosión del escritor, la que él denomina "Explosion of popcorn" ('explosión de la palomita'), con ésta el futuro y/o el consagrado escritor se libera de sus inhibiciones y prejuicios. 
4. "No pienses. Es decir, no pienses demasiado. Escucha tu subconsciente, esa figura oscura que hay detrás de tu corazón y que no deja de hablarte. Ella te dice lo que está bien y lo que está mal". 
5. "Debes usar y seguir tu propia voz". Con esto, Bradbury explica que "la búsqueda de fama, popularidad, dinero o reconocimiento literario es tan inútil como un ordenador sin software", o dicho hoy día de otro modo, como un programa informático sin ordenador. 
6. "Embriágate de escritura, para que la realidad no te destruya". 
7. Si haces lo que amas triunfarás (si escribes lo que deseas, conseguirás ser leído).

     Hasta aquí los puntos que considero claves de este mágico manifiesto estético literario que hoy día, cuando hasta nuestras mascotas (perros, gatos, ratones, tortugas y reptiles) se erigen en protagonistas o incluso autores de muchos de los libros que desbordan las librerías en una era en la que la lectura canónica es el mensaje de Whatsapp y nuestra escritura se graba sólo en Facebook o Twitter, es ahora, más que nunca, cuando hay que leer Zen en el arte de escribir. Porque este tratado, sencillo y directo, que puede leerse y comprenderse en apenas dos o tres cómodas sesiones vespertinas, es el verdadero ZEN de la creatividad literaria, que libera, como pocos, al escritor reprimido, escondido, perdido o esclavo de nuestro subconsciente cuando el lector descubre que escribir es una celebración, una fiesta, una liberación, y no un deber, una tarea, una meta u obligación.  Al contrario que la
mayoría de libros o talleres sobre escritura, éste no insiste en absoluto en la cuestión técnica o estilística, porque según Bradbury la clave del éxito está en leer y ponerse a escribir libremente, sin ataduras ni inhibiciones. Zen en el arte de escribir nos trae la fiebre, el entusiasmo, el deleite que Bradbury encontró en la escritura, haciendo de ésta uno de los grandes amores de su vida -junto a su esposa y sus tres hijas- y que, ahora, hace también nuestros. 

martes, 7 de octubre de 2014

LAS ÁUREAS MANZANAS DEL SOL

     Ahora que, en pleno mes de octubre, nos encontramos en época de recolección de manzanas en nuestro país, me viene a la mente una de las mejores joyas literarias de Bradbury, su novela de 1953 The Golden Apples of the Sun, una antología de 22 deliciosos relatos cuyo título tiene su origen en la última estrofa del célebre poema «The Song of Wandering Aengus» (1899) —que se puede traducir como 'La canción de Aengus el errante'—, del nobel de literatura anglo-irlandés William Butler Yeats, estrofa que cito a continuación: 

Though I am old with wandering                       Aunque ya estoy viejo de tanto errar
through hollow lands and hilly lands,                por tierras bajas y tierras montañosas,
I will find out where she has gone                      descubriré dónde ella se ha ido,
and kiss her lips and take her hands;                   y besaré sus labios y cogeré sus manos;
and walk among long dappled grass,                  y caminaré por la larga yerba moteada,
and pluck till time and times are done                y arrancaré hasta el fin del mundo
the silver apples of the moon,                             las argénteas manzanas de la luna,
the golden apples of the sun.                               las áureas manzanas del sol.

     La sencillez estilística de los relatos narrados en la novela es parangonable a la del poema del que toma su título. La novela es un lienzo de la más conmovedora y misteriosa poesía de nuestro autor, que únicamente se desnuda en las profundidades del alma humana. Estos relatos nos llevan a un viaje en el tiempo y el espacio donde el maravillado lector es testigo de los escenarios más inverosímiles, desde un solitario y aparentemente abandonado faro hasta un safari de más de 60 millones de años, entre muchos otros escenarios mundanos y estelares. Aunque Ray Bradbury se convierte en nuestro guía por unas extravagantes manifestaciones del futuro, lo que realmente nos descubre son las maravillas de nuestro tiempo presente; esas maravillas que tantas veces tenemos ante nuestros ojos y que tan pocas veces advertimos. Quedémonos, por el momento, con este pasaje de uno de sus capítulos, «La bruja de abril», que de 'bruja', 'bruja' tiene más bien poco:

«Era un buen cuerpo, el cuerpo de la muchacha. Tenía huesos del más fino y delicado marfil, envueltos redondamente en carne. El cerebro era como una pálida rosa té, que colgaba en la oscuridad, y había un aroma de manzanas en la boca. Los labios se apoyaban firmemente en los blancos, blancos dientes, y las cejas se arqueaban nítidamente ante el mundo, y el pelo caía hermoso y suave en la nuca de leche. Los poros se apretaban diminutos y cerrados. La nariz apuntaba a la luna y las mejillas brillaban con pequeños fuegos. El cuerpo se movía con el equilibrio de una pluma y parecía como si siempre se cantase a sí mismo. Estar en este cuerpo, esta cabeza, era como calentarse en una estufa, vivir en el ronroneo de un gato dormido, dejarse llevar por las tibias aguas de un arroyo que corría de noche hacia el mar».






domingo, 31 de agosto de 2014

(29 de agosto de 2014)


RECUERDO (Ray Bradbury, poesía completa, Madrid, Cátedra, 2013).
Aquí es donde veníamos, pensé,
de aquí para allá, por los prados hará cuarenta años ya.
Yo había vuelto y paseé por las calles y vi la casa en la que nací,

crecí y viví mis días sin fin.
Ahora, siendo cortos los días, simplemente había venido
a contemplar y mirar detenidamente
la visión de esa infinita maraña de tardes.
Pero ante todo, deseaba encontrar los lugares por donde yo

[corría como los perros, delante o detrás de los niños,
las rutas anotadas por los indios o por los hermanos raudos
[y juiciosos yo, un tipo de pelo encanecido, pero, sobre todo, de
imitando a una tribu. Llegué al barranco. Descendí por el sendero,
[pensamientos graciosos,
y encontré el lugar vacío.
¡Imbéciles! Pensé. ¡Oh!, chicos de esta nueva época, ¿Cómo no sabéis que el Abismo aquí nos espera?
Los barrancos son especialmente hermosos y de un bello

[verdor,
misteriosos y bullentes de monos y bestias,
de criminales abejas que roban a las flores para dar a los árboles. Aquí reverberan las cavernas y los riachuelos que hay que

[vadear después del saqueo: un bicho de agua, un cangrejo, una piedra preciosa
o una bota de goma perdida, [179]
es un tesoro natural, ¿y por qué este lugar está en silencio? ¿Qué ha pasado con nuestros chicos que ya no se apresuran para quedarse a contemplar la artesanía de Cristo:
su sangre brillante y sangrada en los jarabes de los bellos

[árboles heridos? ¿Por qué sólo hay serpenteos de abejas y mirlos y arqueada [hierba?
No importa. Camina. Camina, mira, dulce memoria.
Di con un roble al que yo a los doce años una vez
había trepado y desde el que grité a Skip para que me bajara. Estaba a mil millas de la tierra. Cerré los ojos y chillé.
Mi hermano, muy dado al jolgorio, dio grandes risotadas y subió a rescatarme.
«¿Qué hacías ahí?», dijo.
No respondí. Casi me baja muerto.
Pero allí estaba yo para colocar una nota en un nido de ardilla en el que había escrito un viejo asunto secreto ya muy

[olvidado. Ahora en el verde barranco de años intermedios me quedé bajo ese árbol. «¿Por qué? ¿Por qué? —pensé—, ¡Dios mío!»,
No es tan alto. ¿Por qué chillé?
No serán más de cinco metros. Voy a subir sin problemas. Y lo hice.
Y me acurruqué como un solitario mono envejecido,

[agradeciendo a Dios que nadie viera a este antiguo hombre haciendo el ridículo
agarrado grotescamente al tronco.
Pero luego, ¡Ay Dios!, ¡Qué sorpresa!
El agujero de la ardilla y el perdido nido allí estaban.

Me tendí un rato, pensando.
Me empapé de todas las hojas, las nubes y los climas, transcurriendo tan mecánicamente
como los días.
[181]
«¿Qué?, ¿qué?, ¿que si? —Pensé—. Pero no. ¡Algo más de [cuarenta años!
¿La nota que puse? Seguro que ya ha sido robada.
Un chico o una lechuza la habrá birlado, leído y hecho trizas. Se habrá esparcido por el lago como el polen, hoja de castaño o el tufo del diente de león que surca los vientos del tiempo... No. No».
Metí la mano en el nido. Ahondé bien los dedos.
Nada. Y nada de nada. Pero al ahondar más
allí estaba:
la nota.
Como alas de polilla nítidamente empolvadas, bien plegada había sobrevivido. Las lluvias no la tocaron, la luz del sol

[no decoloró su contenido. Ocupaba mi palma. Conocía su forma:
Papel rayado de un viejo libro de garabatos de Jefe indio Sioux. ¿Qué?, ¿qué?, ¡Oh!, ¿qué había puesto yo en palabras allí hacía tantos años?
La abrí. Ahora mismo tenía que saberlo.

La abrí y lloré. Me pegué al árbol
y dejé las lágrimas caer y rodar por mi barbilla. Querido muchacho, extraño niño, que debe haber

[conocido los años y contemplado el tiempo y olido la dulce muerte en las
[flores.
En el lejano cementerio.
Era un mensaje al futuro, a mí mismo.
Sabiendo que un día debo llegar, venir, buscar, regresar. Desde el joven al viejo. Desde el yo que era pequeño
y fresco hasta el yo que era grande y nunca más nuevo. ¿Qué decía que me hizo llorar?

Me acuerdo de ti. Me acuerdo de ti. 

miércoles, 20 de agosto de 2014



     El creador de personajes célebres de la literatura fantástica como Tarzán o John Carter, de mundos como Barsum (Marte) y Pellucidar (centro de la Tierra) es conocido hoy día como uno de los fundadores de los «pulp fiction», en su tiempo considerado un subgénero literario por el canon y la norma académica de la época. Burroughs fue un autor prolífico donde los haya y de una extraordinaria imaginación, como dan prueba de ello sus novelas históricas, de la jungla, westerns y, fundamentalmente, sus innumerables entregas de relatos ambientados en Marte, Venus y el centro de la Tierra, que con el tiempo darían lugar a novelas como Una princesa de Venus, Los dioses de Marte o Una princesa de
Marte, por mencionar sólo unos cuantos títulos. Pero en esta ocasión no vamos  hablar de su obra, sino del papel que una de sus novelas en concreto, The Gods of Mars, ejerciera en Ray Bradbury cuando éste aún no había cumplido los 12 años de edad. Bradbury acababa de descubrir la posibilidad de otros mundos y héroes en escenarios estelares como Marte, pero los medios materiales para continuar «devorando» las siguientes entregas de esta saga de uno de sus autores preferidos durante su infancia le hicieron tomarse la libertad de continuarla él mismo con los medios más rudimentarios a la mano, guiado en todo momento por su eléctrica y compulsiva imaginación, que, a su vez, le revelaba su misión en el mundo como futuro novelista:

«No podía esperar un año hasta que saliera el próximo título, y lo que es peor, cuando ni siquiera podría permitirme comprarlo y las bibliotecas no lo traían porque no lo consideraban apto para niños. Todavía faltaba mucho para mi próximo cumpleaños y para Navidad; así que decidí sentarme con mi amigo Bill Arno, sacamos un rollo de papel de estraza y empezamos a escribir e ilustrar la siguiente secuencia para Los dioses de Marte, en la que se me ocurrió la manera para que la heroína pudiera resistir un año atrapada en la prisión y finalmente escapar. Me lancé de lleno al negocio de la novela» (Entrevista con Craig Cunningham, Los Angeles 1961).


lunes, 30 de junio de 2014

La quema del libro: ¿la destrucción de la imaginación y/o la aniquilación del individuo?
     En Fahrenheit 451 ni siquiera se libran de la quema Shakespeare o Cervantes. Los autores o el contenido no salvan el libro. El  libro tiene una peligrosa lista de crímenes, por eso precisamente, por ser "libro": "Participación" en el desarrollo de la imaginación; contribución a desarrollar el ser individual; cuestionamiento y revisión de cualquier "sistema"; afirmación del pensamiento humano; sublimación del apartado espiritual; y, el peor de todos, la llave de la Libertad. Mejor que piense el Estado, el Sistema por todos nosotros, aunque para ellos mueran Cervantes, Shakespeare y, de paso, hasta el concepto "humanidad"... No olvidemos que el fuego es una metáfora, porque hay muchas formas de quemar el libro, es decir, el pensamiento, la imaginación, la libertad, el ser como individuo único: Lo dijo Ray Bradbury: "Hay más de una forma de quemar un libro. El mundo está lleno de gente correteando sin parar con cerillas encendidas...". ¿Qué podemos hacer? Ir apagando —leyendo, leyendo y leyendo— las cerillas de ese próximo Estado Global en "mal-estado"
En ese futuro distópico los bomberos no se dedican a apagar fuegos, sino a quemar libros. Ray Bradbury era tremendamente original incluso para dar título a sus escritos. Como solía hacer con casi todas sus obras, siempre dejaba el título para el final. En esta ocasión, unos meses antes de publicar la novela se le ocurrió llamar a la Estación de bomberos de Los Ángeles (California), donde vivía, para preguntarles: "¿Alquien, por favor, podría decirme a qué temperatura arde el papel?". Lo curioso es que la persona que le atendió, un bombero, no sabía la respuesta y le hizo esperar casi un cuarto de hora al teléfono hasta que, por fin, alguien allí supo dar con la respuesta exacta: "451 grados Fahrenheit", que son 233 grados Celsius. Es decir, a esa temperatura el papel entra en combustión, arde, y qué mejor título que éste para una novela donde lo que importa no es realmente el "fuego", sino la "elevada temperatura" que lo origina, es decir, el gatillo que dispara el arma, porque, en definitiva, la bala obedece al impulso de un dedo, lo mismo que el fuego al dedo o la mano que enciende la cerilla, el mechero o el botón de la infernal manguera...


jueves, 1 de mayo de 2014

Las crónicas marcianas y el origen de la ciencia-ficción fantástica

Las crónicas marcianas y el origen de la ciencia-ficción fantástica

Las crónicas marcianas (1950), seguramente la obra más conocida, tanto a nivel popular como en el ámbito académico, de Ray Bradbury se publica, por vez primera, en 1950. Desde entonces no ha dejado de reeditarse por todo el orbe. Con esto quiero dejar claro el hecho de que la obra que introduce a Bradbury en el panorama literario de su tiempo a escala internacional es hoy día, junto a otras piezas selectas como Hamlet o Don Quijote —por mencionar un par de obras—, uno de los títulos más traducidos y reeditados de todos los tiempos. Es decir, seguramente en la actualidad se lea casi tanto o más en su traducción a idiomas como el español, el japonés, el ruso y el chino que incluso en su lengua original, el inglés. Aunque la obra suele ser catalogada dentro del género de la ciencia ficción, lo cierto es que los escenarios, los personajes y su granítica simbología onírica se convierten en una especie de canal o túnel mágico y surrealista por donde transitan frenéticamente mensajes de auténtico realismo-mágico, al más puro estilo de los grandes maestros hispanos del género como Alejo Carpentier, Isabel Allende, Vargas Llosa o García Márquez. No hay más que leer cualquiera de los relatos que componen la obra para disparar la imaginación hacia unas latitudes imaginarias en el reino del español. En este sentido, decir que Las crónicas marcianas es una novela de ciencia-ficción obedece a un error de apreciación estilística e interpretativa de la obra. Las crónicas marcianas no es sólo ciencia-ficción, es uno de los raros casos en la literatura en lengua inglesa —si bien no tan raros en la literatura en lengua española— donde se funden dos géneros, dos estilos y dos modos de contar la historia: la ciencia-ficción y la fantasía. Llegados a este punto, podríamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Sería posible hablar de un género que pudiésemos denominar como «ciencia-ficción fantástica»? Las crónicas marcianas, de Ray Bradbury, es el ejemplo más claro de la existencia del mismo. 
Entrando a valorar una posible cortesía literaria, sería preceptivo conocer la opinión del autor a este respecto. El propio Ray Bradbury siempre deseó dejar bien claro que con esta obra él no pretendía en modo alguno narrar o recrear una versión científica de una posible colonización de Marte, al ser plenamente consciente de que en unos lustros o décadas su versión científica habría quedado obsoleta. Por esta misma razón, Bradbury fue uno de los primeros escritores en establecer una diferencia claramente meridiana entre los conceptos "ciencia-ficción" y "literatura fantástica". Según él "la ciencia-ficción trata de asuntos que pueden suceder; mientras que la fantasía trata temas que nunca podrán suceder". Esta sólida afirmación, convencida declaración, que nuestro autor repetiría hasta la saciedad en numerosas conferencias y entrevistas, le reafirmaba en su convicción como un escritor de literatura fantástica antes que de ciencia-ficción. Es más, según él, su única obra de ciencia-ficción fue Fahrenheit 451 (1953), frustrante y siniestro escenario que visitaremos en una futura entrada. Con todo, el ingrediente de ciencia-ficción también es protagonista en todos los relatos que componen Las crónicas marcianas. Eso sí, magistralmente articulado por una "granítica simbología mágico-realista" que estructura y vertebra los mensajes surrealistas y oníricos de una humanidad que ha hecho de Marte su nuevo hogar. Para llevar a cabo semejante creación se requiere un especial talento literario, que Bradbury exhibe revelándose como uno de los más —si no el que más— elocuentes poetas de ciencia-ficción fantástica de nuestro tiempo. 
Permítanme un último apunte a tener en cuenta. Las crónicas marcianas no es, en sentido estricto, una novela, sino una sucesión de relatos cortos que en sí mismos tejen y componen un todo, en este sentido, una novela o una particular e ingeniosa fórmula de estructurar la novela. La lectura de la misma nos recuerda, asimismo, la lectura de obras capitales del realismo mágico hispano como Rayuela (1962), de Julio Cortázar, donde al lector se le da la opción de empezar y terminar su viaje literario por el capítulo que desee, ad libitum. Hablamos de dos escenarios a distancias siderales; pero narrados desde la proximidad de un idéntico realismo mágico. Las crónicas marcianas son eso mismo, unas crónicas, con un orden cronológico, pero con la ventaja de que el tiempo puede correr hacia adelante o hacia atrás, según la dimensión donde resida la imaginación del lector. 
Les dejo con un breve fragmento de una de mis crónicas favoritas, deseándoles un maravilloso viaje hacia su propio interior: 

«La tienda de equipajes» (Noviembre de 2005):

"Es muy curioso, padre; pero creo que al final volverán todos. Ya sé que hemos venido huyendo de tantas cosas: la política, la bomba atómica, la guerra, el boicot, los prejuicios, las leyes. Lo sé muy bien. Pero nuestro hogar está aún allí abajo. Ya lo verá. Cuando la primera bomba atómica caiga en los Estados Unidos, la gente de aquí arriba empezará a pensar. No han vivido aquí bastante tiempo. Apenas un par de años. Si hubieran pasado aquí cuarenta años, todo sería distinto; pero allí abajo están todos sus parientes, y los pueblos donde nacieron. Yo ya no puedo creer en la Tierra; apenas puedo imaginármela. Yo ya soy viejo. No cuento. Podría quedarme aquí" [La traducción es mía.]





miércoles, 16 de abril de 2014

«No hay fantasmas en la católica España»

No hay fantasmas en la católica España

     Supongo que debió ser muy a finales de los años 70 o recién estrenada la década de los 80 cuando Ray Bradbury afirmó: «There Are No Ghosts in Catholic Spain», que da título a un hermoso poema de su cuarto poemario, The Haunted Computer and The Android Pope (La Computadora Encantada y el Papa Androide), de 1981. Aunque todavía faltaban diez años para su primera y única visita a nuestro país, España y lo español ya hacía tiempo que eran un frecuente lugar de visita, una especie de retiro para su viajera y exploradora imaginación. El poema hace de sonoro y gráfico contrapunto de su  amarga experiencia por tierras irlandesas allá por la década de los 50, donde sólo veía una infatigable lluvia que en su imaginación iba encarnando a tenebrosos fantasmas que a punto estuvieron de ahogarlo en una profunda depresión.
       Ray Bradbury necesita luz y color, y él entiende que la única lluvia que cae en los castillos de España es la que rocían los gatos con sus pisadas. El abejorro y el gato del poema, que son, respectivamente, el ánima y los sueños del poeta, trazan un sólido y mágico puente desde estos castillos de la católica España hasta nada más y nada menos que su natal Ciudad Verde de Waukegan. En estos católicos castillos españoles Bradbury da la espalda al mismo Hamlet con su fantasma y sus obsesivas cavilaciones por la torre y las murallas de su húmedo y lúgubre castillo danés. Bradbury se queda con «el silencio católico de la muda lluvia / que en España los valles sin fantasmas baña» (Ray Bradbury, poesía completa, Madrid, Cátedra, págs.  762—765).

     Nota Bene: Con cada relectura del poema me viene a la mente el Castillo de la Calahorra (quizás porque soy de Granada y mi subconsciente me delata). No sé ustedes qué castillo ven, pero seguro que cualquiera de los que bordan y engalanan la piel de España alberga gran parte de la esencia de este bello poema.

viernes, 11 de abril de 2014

Ray Bradbury contra la política literaria del best seller

RAY BRADBURY CONTRA LA POLÍTICA LITERARIA DEL BEST SELLER


Ray Bradbury, como escritor, poeta y fabulador creado a sí mismo, guiado únicamente por la inconmensurable fuerza de su inagotable imaginación y formado por los autores y los títulos que hicieron de su infancia y adolescencia un lugar donde gestar su futura, prolífica y singular estética literaria, siempre estuvo en contra de acatar los títulos y los nombres propuestos por el mercado editorial, por considerarlo a este totalmente adulterado en su sometimiento a la política del best seller.   Y qué mejor modo de reflejar su desencanto con esta decepcionante realidad que criticando, con lacerantes y sarcásticos versos, el dulce desfile en procesión del mercado editorial por los podridos y perdidos palcos del best seller allá por la lejana década de los 70 del pasado siglo. Si bien nuestro autor presenciara atónito y molesto el glorioso desfile de granujas, ineptos, tullidos, trepas, politicuchos, cantarines, chupapiedras, lagartos y toda la creciente e impresentable fauna de asesinos, violadores y criminales de la literatura de su tiempo, a día de hoy estos han sido reemplazados con creces por legiones mucho más poderosas extendidas por todos los confines del planeta, que posiblemente en unas décadas también veamos desfilar en Marte. No nos extendamos más, he aquí unos de estos versos de su poema «Long Thoughts on Best-Sellers by Worst People» («Buena reflexión sobre los éxitos editoriales de la peor gente»),  incluido en su poemario Where Robot Mice and Robot Men Run Round in Robot Towns (Donde los ratones robot y los hombres robot circulan por ciudades robot) en 1977:

  BUENA REFLEXIÓN SOBRE LOS ÉXITOS EDITORIALES DE LA PEOR GENTE

¡Ay!, a los malos que yo he hundido, les está yendo muy bien,
y los pelmas que yo he vencido ya han aprendido otras formas de escribir;
pues el alfabeto de las lápidas, una vez que se aprende, te puede liberar,
así estos pésimos escritores de antilibros ahora salen a chismorrear durante el té.
He aquí los Fascistas y los Rojos, los fontaneros de Richard en un clan,
todos los asesinos de rehenes de la alta sociedad que siempre asustan al hombre,
repican sus campanas muertas, gritan por dinero todas las noches en mi pradera,
después de todo mi tiempo invertido para reasegurarme de que se han ido.
Pues desde el Infierno, donde yo los había enviado ahora los babosos demonios regresan
en humeantes lluvias de fuego donde arden temibles Savonarolas,
[...]

Por ahora ya es suficiente, dejémoslos aquí. A todos aquellos que quieran conocer, al completo, la lista de esperpentos, criminales (algunos de verdad), pedigüeños, y demás violadores de la palabra escrita  que Bradbury denuncia en el poema, están invitados a leerlo entero en Ray Bradbury, poesía completa (en inglés y en español).


Ray Bradbury en España

RAY BRADBURY EN ESPAÑA


Sí, en efecto, era el 8 de julio de 1991 cuando el director de obras canónicas de nuestra filmografía en español como Volver a empezar (1982), El abuelo (1998) o Ninette (2005), fiel seguidor y profundo conocedor del talento imaginativo-literario de Ray Bradbury toma asiento, junto al maestro de la ciencia-ficción más fantástica, para ver la proyección de la película Fahrenheit 451, dirigida por François Truffaut en 1966 y basada en la novela homónima de Bradbury. A la proyección del filme le sigue un debate que, sin ningún género de duda, es mucho más esperado que la propia película. El autor y creador de nuevos mundos allende las estrellas, por donde no pocos de sus personajes circulan en autopistas intergalácticas de igual modo que nosotros lo hacemos hoy en día en coche o bicicleta, no incluye el avión, pero ni siquiera el coche, entre sus medios favoritos de transporte. Es más, nunca duda en admitir cierto miedo a viajar en avión, medio de transporte que utiliza por primera vez a los 60 años. De ahí que no viniera más veces a España ni a tantos otros destinos que se han quedado esperándolo. Sus viajes, por tanto, eran casi obligados y, casi siempre, por carretera. Tal vez por esos miedos instintivos a viajar por el espacio, como algunos de sus protagonistas, es por lo que sus viajes más largos se dan por las carreteras de las tierras mejicanas y por autopistas norteamericanas. No hay que olvidar que en el año 1966 publica un relato corto, «The Pedestrian» (El peatón), que sirve de guión para una obra de teatro con la que Bradbury elogia y reivindica el uso de las piernas para viajar. El protagonista del cuento no es otro que el propio Bradbury  a quien es sabido le encantaba salir a pasear, a deambular en solitario por los alrededores de casa en Los Ángeles. Al protagonista le ocurre lo que al autor, que en cierta ocasión una patrulla policial lo detiene y lo lleva a comisaría para explicar "¿qué narices hace usted andando solo por la calle de noche?". Ray Bradbury se queja de que en su país ya no se puede ir por la calle andando, sino en cualquier método de transporte, y si es mecánico mejor; pero el mejor y menos discutido, el avión. Pues con todos esos prejuicios y miedos hacia el avión, a un mes de cumplir los 71 años, José Luis Garci logra hacerlo subir al avión para venir a España, a Madrid, donde la viuda de Jorge Luis Borges, María Kodama, dirige el curso  Literaturas Fantásticas, celebrado en El Escorial y organizado por la Universidad Complutense de Madrid. José Luis Garci ya había conocido a Bradbury unos veinte años atrás en Los Angeles y, no en vano, en el año 1971 firma un magnífico ensayo sobre la vida y obra de Ray Bradbury titulado Ray Bradbury, humanista del futuro, de 376 páginas, en la editorial Helios. Hasta la fecha se trata del primer estudio bioliterario sobre Ray Bradbury en español, título que el propio Ray Bradbury celebra y en el que incluye una agradecida y emotiva Introducción. Ray Bradbury no volvió a España más, pero podemos y debemos estar orgullosos de que al menos nos visitó una vez y nuestro país se convierte en uno de los pocos y contados destinos foráneos que visitara gracias a la mediación de José Luis Garci, quien ya en su citado ensayo dijera: «Waukegan [la Ciudad Verde] es el planeta favorito de Ray Bradbury». Sí que es cierto, su Waukegan natal, su Green Town, es para Ray Bradbury uno de sus más constantes leitmotivs literarios, presente en la práctica totalidad de su vasta creación literaria —consciente y también inconscientemente—, que como una misteriosa fuerza mística y telúrica llega incluso a contagiar el subconsciente de muchos de sus lectores, entre estos el mío y seguramente el del mismísimo Garci, quien, tal vez sin saberlo o a sabiendas,  filma y dirige en 1979 una película que titula Las verdes praderas, cuyo contenido poco tiene que ver con los temas bradburianos, si bien el título nos devuelve a esas infinitas y verdes praderas de la eterna Ciudad Verde de Bradbury. Nota Bene: para una lectura completa y detallada sobre el presente apartado véanse las páginas 9—12 de nuestra Introducción en Ray Bradbury, poesía completa (Madrid: Cátedra), 2013.


miércoles, 2 de abril de 2014

Ray Bradbury, poesía completa: Homenaje a Ray Bradbury en español.


En las décadas de los años 70 y 80, la carrera de Ray Bradbury experimenta un cambio de actitud y toma un nuevo rumbo, el de la creación poética. En 1973 publica su primer poemario, La última vez que florecieron los elefantes en el jardín, el título, que parafrasea el célebre poema «La última vez que florecieron las lilas en el jardín», del fundador de la poesía moderna americana, Walt Whitman, es revelador de «un realismo mágico que desemboca en un surrealismo maravilloso», que puede apreciarse en sus 52 poemas. Por los treinta y un poemas de su segundo título de poesía, Donde los ratones robot y los hombros robot circulan por ciudades robot, de 1977, desfilan en cuerpo y alma, entre fantásticos y mágicos escenarios, una buena representación de los autores, personajes y obras que en su juventud lo esculpieron como escritor. Su tercer poemario, Este desván en el que verdecen las praderas, una edición de tan sólo diez poemas, limitada  a 300 copias, en 1977, será engullido por su siguiente poemario, La Computadora Encantada y el Papa Androide, en 1981. En este poemario, nuestro poeta, con la ayuda de Freud, Herman Melville, Dylan Thomas y William Shakespeare, advierte que el hombre es el único animal que mira (conscientemente) a las estrellas. Su último poemario, La muerte para mí ha perdido su encanto, de 1987, con sus 35 poemas, nos deja una de las más íntimas confesiones del poeta, quien descubre que «vive de y en lo invisible», del mismo modo que su «otro yo», su esencia primitiva y creadora («invisible mono interior»), también «vive haciéndose invisible dentro de él». Ya en el año 2002, Ray Bradbury revisa, si bien rara vez corrige, estos anteriores títulos de poesía para incluirlos en una edición definitiva: The Collected Poetry of Ray Bradbury: They Have not Seen the Stars. Pese a que unos meses más tarde, este mismo año, la editorial irlandesa Salmon Poetry, publicase Ray Bradbury: I Live by the Invisible, New & Selected Poems, sólo 7, de los 54 poemas que contiene, son nuevos, si bien ya aparecen también estos 7 poemas anteriormente publicados en otras obras de nuestro autor. Otros diez poemas nuevos, que también se recogen en esta edición de Cátedra, son los aparecidos en el título A Chapbook for Burn-Out Priests, Rabbis and Ministers, de miscelánea literaria, publicado en 2001 y que, curiosamente, no son recogidos en The Collected Poetry of Ray Bradbury: They Have not Seen The Stars. Por suerte, hemos logrado incluirlos en la nuestra.
Pues bien, un año y cuatro meses después del fallecimiento de Ray Bradbury, en noviembre de 2013, la editorial Cátedra tiene el acierto de publicar y reunir, por primera vez en español, todos los volúmenes de poesía de Ray Bradbury, así como incluir un Apéndice final con otros tantos poemas nunca antes publicados.  Esta edición bilingüe los 185 poemas publicados por Ray Bradbury en sus poemarios, en otros títulos de distinto género y dos poemas inéditos. Sólo quedan fuera de esta completa edición bilingüe, cuatro poemas que, por razones sentimentales, la familia Bradbury ha decidido preservar en la más estricta intimidad. Comprendemos y respetamos su decisión.
Para mí, como traductor y autor de la Introducción de esta edición, ha supuesto un indescriptible placer el ir investigando y descubriendo esta, hasta ahora, apenas conocida faceta literaria de Ray Bradbury, con su estilo inconfundible, sin normas, siguiendo los dictados de una imaginación infinitamente fantástica. Deleitado y cautivado por una poesía que no sólo considero diferente, sino llamada a emprender una nueva visión y enfoque de la poesía, desde una perspectiva donde se funden la fantasía y la ciencia ficción, sin precedentes en la historia de la literatura. Así es como he podido firmar un amplio y exhaustivo estudio preliminar con el que he procurado «atender y seguir —en lo que me ha sido posible— la cronología tematológica y de ideas  que estructuran el vasto imaginario lírico de un hablante lírico» que concibe infinitos mundos y futuros dentro del suyo y los suyos allende las estrellas.
Quede también aquí plasmado mi profundo agradecimiento al Director del Center for Ray Bradbury Studies, Jonathan R. Eller, profesor de Literatura Inglesa en la Indiana University, biógrafo de Ray Bradbury, en la actualidad la mayor autoridad en el estudio de la vida y obra de nuestro autor. Su continuo asesoramiento y sugerencias han sido esenciales para el resultado final de mi trabajo como traductor y, sobre todo, como autor de la Introducción. Por otra parte, también su función, en numerosas ocasiones, como intermediario entre el autor de este blog y la familia Bradbury, ha sido determinante para poder incluir los poemas de la edición A Burnt-Out Book for Priests, Rabbis and Ministers, así como dos poemas totalmente inéditos, mecanografiados por Ray Bradbury; dos auténticas joyas literarias para nuestra edición.  Pero ante todo, y sobre todo, gracias a Cátedra, porque esta obra es un rendido y merecido homenaje, desde España y en español, a una de las mentes más prodigiosas y eternas de nuestro tiempo y nuestro futuro.


Introducción: 158 páginas.
Bibliografía: 159—173 páginas (revisada por Jonathan Eller).
Poesía (bilingüe): 175—969 páginas.
Apéndice: 963—1045 páginas.

Reseñas sobre Ray Bradbury, poesía completa:







domingo, 30 de marzo de 2014

Ray Douglas Bradbury: Cronología bio-literaria



«¿Qué tendríamos sin las bibliotecas? Ni pasado ni futuro»
«Tantas veces me he preguntado si el asistir a la universidad me habría ayudado a escribir. Por lo que yo leo, mucho más talento se arruina en las clases de relato corto que en ninguna otra parte» 
«La biblioteca fue el invernadero en el que yo, como una planta realmente extraña, crecí y provoqué una explosión de semillas»

1914: Los padres, Leonard Spaulding Bradbury y Esther Marie Moberg se casan el 8 de agosto. De los cuatro hijos que tienen, sólo dos sobreviven a las plagas de gripe que diezman la población de la región: Leonard Bradbury, nacido en 1916 y Ray Douglas Bradbury, cuatro años menor.
1920: En la tarde del domingo 22 de agosto nace Ray Bradbury en la pequeña ciudad de Waukegan (Illinois), pronunciada /wɒ'kigən/, palabra llana, como las inmensas praderas verdes que la sitúan en las proximidades de la costa occidental del Lago Michigan. Waukegan para él será su «Green Town» ('Ciudad Verde'), luminoso leitmotiv que estará presente en toda su vasta creación literaria.
1928: Descubre a sus primeros héroes de ciencia ficción, Flash Gordon y Buck Rogers, en la revista  Amazing Storiesque seguirá coleccionando hasta 1940.
1931: Empieza a escribir sus primeros relatos a mano en papel de estraza.
1932: Su padre pierde el empleo como técnico de telégrafos en Waukegan y la familia entera se traslada a Tucson (Arizona), donde el padre encuentra un empleo como vendedor de hamburguesas. 
1933: La precariedad laboral de Tucson obliga a la familia a volver a Waukegan.
1934: Ante la incierta y difícil situación laboral en Waukegan, tras la Gran Depresión, la familia se traslada definitivamente a Los Angeles. Ingresa en el Berendo Junior High School donde dirige la revista del centro, Roman Review. La profesora de relato corto Jennet Johnson descubre su talento literario.
1937: Entra en Los Angeles Science Fiction League. Durante cuatro años trabajará como vendedor de periódicos del Herald and Express, de Los Angeles, entre el Olympic Boulevard y la Norton Avenue. Compra su primera máquina de escribir.
1938: Publica su primer relato corto: «Hollerbochen's Dilemma», publicado en Imagination!
1939: Publica y edita su primera fanzine de ciencia ficción, Futuria Fantasia. Comienza a relacionarse con los máximos representantes del género en Estados Unidos.
1942: Abandona su trabajo como vendedor de periódicos para dedicarse a escribir a tiempo completo. Escribe «The Lake», su primer gran relato, que aparecerá publicado en la revista de literatura fantástica y terror Who Knocks?, en 1947. Este mismo relato será incluido en su obra The October Country (1955).
1945: Viaja por México con su amigo Grant Beach desde finales de septiembre hasta mediados de noviembre. Conoce ciudades como Toluca, Guadalajara y Guanajuato, donde descubre «La cultura de la muerte».
1946: El 24 de abril, mientras ojea libros en una librería Fowler de Los Angeles conoce a la apuesta encargada, Marguerite McLure, con la que se casa al año siguiente.
1947: El 39 de septiembre se casa con Marguerite Susan McCLure. Publica su primer título de relatos, Dark Carnival ('Carnaval macabro'). Firma para el prestigioso agente literario Don Congdon.
1948: El relato «I See You Never» es incluido en Best American Short Stories 1948.
1949: Nace su primera hija, Susan. Es elegido, por la National Fantasy Fan Federation, «The best author of 1949» de ciencia ficción y fantasía.
1950: Publica The Martian Chronicles ('Las crónicas marcianas') en la editorial Doubleday, de Nueva York. Bajo el título The Silver Locusts ('Las langostas plateadas') en la primera edición británica publicada por Rupert-Hart Davies en Londres en 1951, cuyo contenido varía considerablemente respecto a la original americana.
1951:Publica The Illustrated Man ('El hombre ilustrado') en la editorial Doubleday, Nueva York.

1953: Publica The Golden Apples of the Sun ('Las doradas manzanas del sol').


1953: Aparece su segunda gran obra maestra, Fahrenheit 451, publicada por Ballantine, en Nueva York.
1953: En septiembre de este mismo año viaja con su esposa y sus dos hijas Susan y Ramona a Irlanda, donde pasará seis meses como guionista de la película Moby Dick, dirigida por John Huston.
1955: Se publica su colección de relatos The October Country (Nueva York: Ballantine) Nace su tercera hija, Bettina. En este mismo año también aparece Switch on the Night ('Encendamos la noche'), su única novela infantil.
1957: Aparece su novela más autobiográfica, Dandelion Wine ('El vino de diente de león'), donde relata las experiencias más íntimas de su «Ciudad Verde» natal. En este mismo año fallece su padre.
1958: Nace su hija pequeña, Alexandra.
1959: La editorial Hart-Davies publica en Londres su título de relato corto The Day It Rained Forever. Este mismo año, unos meses después, la editorial Doubleday la publica en Nueva York bajo el título A Medicine for Melancholy, modificando el orden y algunos títulos de los relatos incluidos. Esta última es la edición más leída y reeditada. 
1962: Aparecen la novela
Something Wicked This Way Comes, publicada por Simon & Schuster, en Nueva York; y el título de relato corto R is for Rocket, en Doubleday, Nueva York.

1963: La editorial Dial, de Nueva York, publica su primera obra de teatro: The Anthem Sprinters ('Los velocistas del himno')
1964: Aparece otro título de relatos, The Machineries of Joy, en Simon & Schuster.
1965: Se representa en Los Angeles su obra de teatro The Wonderful Ice Cream Suit, que la editorial Bantam publicará en 1972.


1966: Twice 22 (recopila relatos de The Golden Apples of the Sun y A Medicine for Melancholy). 
1966: Se estrena la película Fahrenheit 451, dirigida por el director de cine francés François Truffaut. Este mismo año fallece su madre, Esther Marie Bradbury.
1969: Se estrena la película The Illustrated Man, dirigida por Jack Smight. Se publican su colecciones de relatos, Long After Midnight y I Sing the Body Electric!
1972: Se publican la obra de teatro The Wonderful Ice Cream Suit and Other Plays y la novela The Halloween Tree.
1973: Aparece su primer título de poesía: When Elephants Last in the Dooryard Bloomed, en la editorial Knopf, the Nueva York.
1977: Se publica su segundo poemario: Where Robot Mice and Robot Men Run Round in Robot Towns.



1979: Se publica su poemario This Attic Where the Meadow Greens (Traducido al español en Cátedra como: 'Este ático en el que verdecen las praderas') en una edición limitada tan sólo a 300 copias.
1980: Se publica The Stories of Ray Bradbury, en la editorial Knopf, Nueva York.
1981: Aparece su tercer poemario: The Haunted Computer and the Android Pope, en Knopf, Nueva York. [Recoge los poemas aparecidos en This Attic Where the Meadow Greens.]
1982: Se publica The Complete Poems of Ray Bradbury, en la editorial Ballantine, Nueva York. Edición «in-completa», si se tiene en cuenta que seguirá escribiendo y publicando poesía durante otros veinte años.


1984: Estreno cinematográfico de Something Wicked This Way Comes, película dirigida por el director de cine británico Jack Clayton.
1985: Se publica su novela Death is a Lonely Business, en la editorial Knopf. 




1987: Aparece su cuarto poemario, Death Has Lost its Charm for Me (La muerte para mí ha perdido su encanto) en Lord John Press.
1991: Publica su título de ensayo Yestermorrow: Obvious Answers to Impossible Futures ('Mañanayer: respuestas claras para futuros imposibles').

1992: Aparece su última novela Green Shadows, White Whale, memorias de su amargo paso por Irlanda durante el rodaje de Moby Dick, bajo la dirección de John Huston, en 1953.
1992: Publica su colección de ensayos Zen In the Art of Writing ('Zen en el arte de escribir'), en Bantam, Nueva York.
1996: Publica su último título de relato corto, Quicker than the Eye ('Más rápido que la vista') en Avon, Nueva York.
2001: Publica A Chapbook for Burnt-Out Priests, Rabbis and Ministers, título en el que convergen reflexiones personales a través de distintos registros literarios.
2002: Publica su más completo y definitivo volumen de poesía: The Collected Poetry of Ray Bradbury: They Have not Seen the Stars, en Stealth Press.
2002: Aparece una última recopilación de poesía de 54 poemas, I Live by the Invisible, New & Selected Poems, en la editorial Salmon (Irlanda). Sólo 7 de los 54 poemas de esta edición son nuevos, los 47 restantes son recogidos de The Collected Poetry of Ray Bradbury...
2003: Muere su esposa, Maggie Bradbury (Marguerite Susan McCLure), la mujer, que con su trabajo como encargada de librería,  mantuvo la economía familiar y sufragó la carrera literaria de Ray Bradbury hasta que la edición de Las crónicas marcianas, en 1951, le diese la oportunidad de poder vivir de la literatura. 
2010: Se publica el primer volumen de The Collected Stories of Ray Bradbury (1938 — 1943) en Kent State University Press, a cargo de los especialistas y biógrafos de Ray Bradbury, los profesores William Touponce y Jonathan R. Eller.

2012: Fallece en la tarde del 5 de junio en su hogar de Los Ángeles a los 91 años de edad. Se nos fue uno de los talentos literarios más fantásticos de la era contemporánea, dejándonos como legado más de 600 relatos cortos, 10 novelas, numerosos ensayos, guiones de cine y televisión, obras de teatro y cuatro  fantásticos poemarios que abren una inusitada y original concepción de la poesía que se podría denominar «poesía fantástica de ciencia-ficción».


DESCANSE EN MARTE