Do windmill fight our hopes uphill
And rouse us up in nightmare bed
To cry: Quixote, Hamlet, dead?
In one fell day? Get off! Get. Go!
Such funerals I will not know.
Their graves, their stones, these I refuse.
Lend me their books, show me their Muse.
By end of day or, latest, week,
I bid Cervantes/Shakespeare speak
To brim my heart, to fill my head
With what? Good Don. Fine Lear. Not dead. Not dead!
Bibliography:
Ray Bradbury (2002): I live By The Invisible: New & Selected Poems. Clare: Salmon Poetry, pp. 13-15.
«POEMA ESCRITO AL SABER QUE SHAKESPEARE Y CERVANTES MURIERON EL MISMO DÍA» (RAY BRADBURY)
El gran Shakespeare desaparecido, Cervantes fallecido
y el sol que descinde al mediodía. El amanecer
rechaza la luz. El tiempo contiene el aliento
ante esta coincidencia de muerte
¿y puede ser?, ¡cómo puede ser
que estos dioses mellizos se marchen a la oscuridad
los dos el mismo día!, y que ninguno detenga
la siega de esta cruel cosecha
cada una en su campo, y cada una tan brillante,
ambas, ardiendo, alejaron la noche.
Aunque lanoche regresa para apropiarse de sus derechos,
¿A Liberar un Espíritu? ¡No! La Muerte se lleva dos.
Primero uno. El mundo anda desnivelado
¡pues dos! Y el mundo entonces se vuelve a equilibrar.
Dos choques de Cometas en na semana,
primero España, luego el boquiabierto rostro de Inglaterra.
El mundo se queda mudo de pánico y miedo,
la Antártida se derrite en lágrimas,
y los fantasmas de los Césares violentados surgen
como amazonas de ojos ensangrentados,
una edad ha concluido, aunque debe quedar
como testigo de un día brutal
en el que el absurdo Dios nos dejó solos
al dar muerte a Qilliam, y después al clon español.
¿Quién se atreve a intentar evaluar esas plumas?
Ya no volveremos a ver tales mellizos de nuevo.
Shakespeare ha desaparecido, ¿y Cervanes muert?
Los conductos de Dios están desangrados
y sin Luz, y terminado el barro,
pues dos Titanes se han ido en un solo día,
los dos derribados por un certero golpe de la muerte,
Cristo contempla con asombro sus heridas. Dios deja de respirar.
Y nosotros nos quedamos consternados por caídas mellizas,
la inmensidad del día horroriza
como si un tribunal de Reyes,
desde los Césares hasta nuestros Asuntos Reales,
un desfile de lujosa realeza
se ahogara en la obscenidad del Tiempo.
Alguien así lo ordenó: «Que mueran dos giganges».
primero un ojo y luego el otro,
Dios cerró el grande, ¿entonces el más grande sueño
no es bastante? No, parecería
un vacío meido lleno si Shakespeare, perdido
descendiera a la muerte justo alpistoletazo del ocaso.
Así pues lamentando, después riendo,
Dios cogió y llenó la otra mitad.
Cervantes avanzó por el umbral
para llenar y colmar el corazón del Cometa.
Dios los envió a los dos, estrellas gemelas cuyo fuego
alumbró ballenas y hermosas bestias de alquiler
y muchos años ya suspirando por los paseos
donde Cervantes más Shakespeare esconden
su caída. Ecos golpeteados por el Escenario
y aun así imaginamos nuestra atrocidad
porque donde se encuentra el sentido de esto
echamos de menos nuestra mano izquierda y derecha
que aplaudían juntas
a Dios y a la Primera Causa Cósmica.
Pero Cervantes y el Bardo helados
¿dos Sueños salvajes en un mudo molde de tierra?
Que todos los ecos fluyan con las mareas
donde los cometas sean sus novias florecientes
y Cervantes y el impúdico Will
disputen nuestras esperanzas cuesta arriba
y nos despierten del espantoso sueño
para gritar: «¿Quijote, Hamlet, muertos?
¿En un aciago día? ¡Déjalo!, venga. ¡Vamos!».
No veré tales funerales.
Sus tumbas, sus lápidas, las rechazo.
Prestadme sus libros, mostradme sus Musas.
Al final del día o, a más tardar, de la semana,
ruego a Cervantes/Shakespeare que hable
para colmar mi corazón, para llenar mi cabeza
¿de qué? Del Gran Don. Del buen Lear. No han muerto. ¡No han muerto!
23 de Abril de 1980
Referencia: Ray Bradbury, Poesía completa, Madrid, Cátedra, 2013, págs. 977-981 [Edición, Introducción y traducción de Jesús Isaías Gómez López]