miércoles, 18 de febrero de 2015


     El título en inglés, "Marionettes Inc" ('Marionetas Sociedad Anónima'), es el decimoquinto relato de los diecinueve que forman el título El hombre ilustrado (1951). El tema central es el abuso de la tecnología. El relato trata sobre la creación de androides por la empresa "Marionettes Inc", que clona, bajo pedido, seres humanos a la perfección. 

   Pese a ser la primera noche fuera del señor Braling en diez años de matrimonio, decide volver a casa a las 10 de la noche. Su amigo Smith le critica su aburrido matrimonio. Braling había conocido a su dulce y servil esposa en un viaje a Río en 1979. Diez años después, Braling quiere volver a Río para disfrutar de lo que entonces cree que se le privó al conocer a su esposa de repente al poco de llegar a Rio. Pero en esta ocasión, él quiere hacer el viaje completo y solo, sin ella, y sin que esta ni siquiera lo sepa. Smith sueña poder ir con él a Río y librarse también así durante unos días de su esposa. Los dos "sufridos" esposos llegan a casa de Braling a las 10, donde Smith, sorprendido, ve a un doble de Braling que los saluda. Se llama Braling 2. El humano Braling le pide a su amigo Smith acercar su oído al pecho de Braling 2, donde escucha un tick tack mecánico que demuestra que se trata de un robot. El señor Braling le cuenta que ha sido fabricado, bajo pedido, por una empresa llamada "Marionettes Inc.", y le da a su estupefacto vecino la tarjeta de la misma. 
     El señor Smith sueña hacerse de otro clon androide para que lo sustituya ante su esposa en casa, poder así librarse de ella esporádicamente y permitirse ciertas licencias imposibles en el matrimonio. Por lo que el señor Smith empieza a ahorrar en secreto para poderse comprar su sustituto robot. Cuando tiene todo el dinero para realizar su sueño se encuentra que casi todo el dinero que tenía escondido para hacer el pedido de Marionettes Inc ha desaparecido. Acerca su oído al pecho de Nettie, su esposa, y escucha un tick tack. Su esposa Nettie se le ha adelantado, ha tenido la misma idea y el mismo sueño. ¿Dónde está ahora la verdadera? ¿En Río de carnaval?. Mientras tanto, en casa de Braling, Braling 2 expone abiertamente sus pensamientos, que acaba imponiendo: se niega rotundamente a ser su mero sustituto. Braling 2 no está dispuesto a volver a ser encerrado en su caja escondida en el sótano tras la vuelta de su propietario de Río. Además, Braling 2 confiesa haberse enamorado de su esposa y estar felizmente dispuesto a atenderla y satisfacerla en todos los sentidos. Reprocha la deslealtad de su dueño a su esposa. Braling 2 afirma amar, sin condiciones, a la esposa del señor Braling. Este, en un estado de paroxismo, llama a la empresa Marionettes Inc para devolverlo, pero Braling 2 se le adelanta y "entierra" vivo a su dueño en la caja, que esconde en el sótano. Braling 2 decide ir a Río pero acompañado de la esposa. Antes de comprarle el billete, abraza a la señora Braling y la besa, algo que el señor Braling no había hecho desde hacía muchos años. 
   
First Artificial Bionic Human en Science Museum (Londres, 2014)
 En síntesis, el androide se ha enamorado de la señora Braling y se niega definitivamente a ser una simple máquina. Ha tomado la decisión de acabar con su "amo". Por lo que quien tiene que volver a la caja trastero, y desaparecer para siempre, no es él, sino el señor Braling, reemplazado definitivamente por su clon mecánico. La reflexión final nos lleva a barajar y vislumbrar la posibilidad de un mundo cercano donde nuestra poderosa imaginación puede llevarnos a una felicidad sometida a la esclavitud tecnológica y científica. ¿Cuánto falta para esto? Seguro que ya no se trata de siglos, está a la vuelta de la esquina, en unos cuantos años veremos, o mejor dicho, creeremos ver —porque no distinguiremos el real del clon— los primeros Bralings 2 y Netties 2.  Al final, ¿quién es la marioneta?


Videos:


Filmes:

I, Robot (based on Asimov's I Robot, directed by Alex Proyas, 2004)
Los sustitutos (basado en la novela gráfica The Surrogates, de Robert Venditti y Brett Weldele, Surrogates, directed by Jonathan Mostow, 2009)

Websites:




jueves, 1 de enero de 2015

RAY BRADBURY, GUIONISTA

Ray Bradbury y Moby Dick: 
La historia de un desencuentro
De izquierda a derecha: John Huston y Ray Bradbury en Dublín revisando el desarrollo del guión escrito por Bradbury.
     La segunda etapa literaria de Ray Bradbury estuvo marcada por la poesía, por alguna que otra incursión en el teatro y, sobre todo, por el cine y la televisión, medios en los que pudo ejercer sus dotes como ingenioso guionista. Y sería Moby Dick, dirigida y filmada íntegramente en Irlanda entre 1955 y 1956 por John Huston, la obra que introduciría a Bradbury en el complejo escenario de la creación fílmica. A Bradbury, para quien el cine tenía la misma importancia intelectiva y cultural que el libro –prueba de ello son las nueve películas semanales que llegaría a ver nada más mudarse con su familia a Los Angeles en 1934– se le brinda la oportunidad de experimentar como creador con un ente y método familiar al mismo tiempo que nuevo. La llamada que recibe de John Huston un 15 de agosto de 1953 encargándole el guión para su nueva película lo deja atónito. 
     Bradbury, que desde niño viene devorando poemas, novelas y cómics en la biblioteca de su «Green Town» natal (Waukegan), convirtiendo la literatura en un deporte mental, afición espiritual y droga emocional, paradójicamente se le había escapado Herman Melville, el gran explorador metafísico del alma humana, y, por ende, su novela Moby Dick, con toda la fuerte simbología de la psique humana que representa la protagonista central de la novela, la ballena blanca. El sonado éxito de Las crónicas marcianas había deparado a Bradbury el reconocimiento y prestigio necesarios para que un nombre de la entidad de John Huston le confiase tamaño proyecto. Y Bradbury le confesó su desconocimiento de la obra literaria en cuestión –sin olvidarnos de que Herman Melville había permanecido en un generalizado injusto olvido literario hasta bien entrada la primera mitad del siglo XX—, algo que no disuadió en absoluto a John Huston de su empeño. De este modo, Bradbury se ve obligado a leer la novela, que le parece todo un descubrimiento "espiritual", una hermosa historia de amor y confluencias literarias en lo que respecta a la fuerte relación entre Shakespeare y Melville que Bradbury advierte en la novela. 
     Con el tiempo, Melville y la Ballena blanca se convertirán en todo un leitmotiv de su creación poética, apartado digno de nuestro interés y al que dedicaremos una futura entrada. Así, tras leer de corrido la novela, Bradbury, con su esposa y sus dos hijas pequeñas, se embarcan con destino a Irlanda en septiembre de 1953. Los seis meses que Bradbury pasa en Irlanda no será un camino de rosas, sino más bien todo lo contrario, un auténtico purgatorio donde Bradbury entra en una profunda depresión provocada por dos factores: el horrible clima de Irlanda y la decepción que le provoca el modus operandi de John Huston. Lo que al principio había sido una amistad y admiración recíproca se acabará convirtiendo en una eterna enemistad y hostilidad que acabaría en los tribunales, cuando tras el estreno de la película aparece el nombre de John Huston como coautor de un guión que únicamente había escrito Ray Bradbury, durante seis meses de frenético trabajo de lunes a domingo. Curiosamente,  las copias y ediciones del guión que se pueden encontrar en librerías, bibliotecas y hemerotecas especializadas llevan únicamente la firma de Ray Bradbury. 
Bradbury, tras conocer de primera mano el funcionamiento y los métodos empleados en la producción cinematográfica por John Huston y su enorme y elaborado equipo de colaboradores, llega a deslegitimar en público y por escrito la autoría, no sólo de este guión, sino de la mayoría de los guiones de las películas firmadas por John Huston, a quien acaba considerando un impostor, además de déspota y tirano en el trato con sus subordinados. Bradbury no tardaría en dejar atrás el resentimiento provocado por la amarga experiencia con John Huston y la crisis nerviosa contagiada por el clima irlandés, pero las memorias y experiencias vividas volverían a reflotar casi cuarenta años después con la publicación de sus memorias irlandesas noveladas en el título Green Shadows, White Whale, de 1992, donde ya no se advierte la acritud inicial ni la personificación del problema, sino la aceptación y superación de un desencuentro humano y geográfico del que daremos habida cuenta en la siguiente entrada de nuestro blog. 

Nota Bene: Para una información más detallada y exhaustiva sobre la polémica surgida entre Ray Bradbury y John Huston véase la Introducción de:

viernes, 5 de diciembre de 2014




       Zen en el arte de escribir es el manifiesto estético literario de Ray Bradbury. El título, publicado en 1992, comprende once ensayos sobre la repercusión artística que la escritura, interpretada y sentida como un placer, puede ejercer en todo escritor o aspirante a creador literario. Ray Bradbury no escribió este título expresamente, sino que recopiló una serie de ensayos suyos sobre este asunto escritos entre 1961 y 2002. Nuestro autor no sigue un orden cronológico. La disposición de estos ensayos sigue un ritmo metodológico y estilístico. El primer ensayo, "The Joy of Writing" («El placer de escribir») parece —diría que 'es'— un sensitivo prólogo del contenido, y el último, "On Creativity" («Sobre la creatividad... »), una ponderada coda lírica, el contrapunto poético
de su propia carrera literaria. Ray Bradbury te habla como un amigo, como un cercano maestro, incluso, a veces, parece estar confesando sus más íntimas experiencias y vivencias literarias al  psicoanalista que únicamente existió en su propia obra, pero que ahora cobra vida física en su anónimo lector. En definitiva, el título parece estar escrito para TI, el lector. Y además, Bradbury comparte con cada lector, íntima e individualmente,  parte del secreto de su talento literario:

1. "Debes amar la escritura y escribir a diario y/o debes escribir a diario para amar la escritura".  De ahí que nos aconseja empezar a escribir diariamente un mínimo de 1,000 palabras. Porque según él, "la práctica lleva a la perfección".
2. "Sigue un régimen semanal: Escribe los lunes, al día siguiente reescribe lo ya escrito". Esto es lo que él denomina el "crop filtration" ('filtrado de la porquería'). "Y el sábado, prepara el manuscrito para continuar: lava, enjuaga y repite".
3. "Explota". Según Bradbury hay dos tipos de explosión en el escritor: La "IED, "Improvised Explosive Device"  ('Dispositivo explosivo improvisado'), que te puede hacer pedazos; y la verdadera explosión del escritor, la que él denomina "Explosion of popcorn" ('explosión de la palomita'), con ésta el futuro y/o el consagrado escritor se libera de sus inhibiciones y prejuicios. 
4. "No pienses. Es decir, no pienses demasiado. Escucha tu subconsciente, esa figura oscura que hay detrás de tu corazón y que no deja de hablarte. Ella te dice lo que está bien y lo que está mal". 
5. "Debes usar y seguir tu propia voz". Con esto, Bradbury explica que "la búsqueda de fama, popularidad, dinero o reconocimiento literario es tan inútil como un ordenador sin software", o dicho hoy día de otro modo, como un programa informático sin ordenador. 
6. "Embriágate de escritura, para que la realidad no te destruya". 
7. Si haces lo que amas triunfarás (si escribes lo que deseas, conseguirás ser leído).

     Hasta aquí los puntos que considero claves de este mágico manifiesto estético literario que hoy día, cuando hasta nuestras mascotas (perros, gatos, ratones, tortugas y reptiles) se erigen en protagonistas o incluso autores de muchos de los libros que desbordan las librerías en una era en la que la lectura canónica es el mensaje de Whatsapp y nuestra escritura se graba sólo en Facebook o Twitter, es ahora, más que nunca, cuando hay que leer Zen en el arte de escribir. Porque este tratado, sencillo y directo, que puede leerse y comprenderse en apenas dos o tres cómodas sesiones vespertinas, es el verdadero ZEN de la creatividad literaria, que libera, como pocos, al escritor reprimido, escondido, perdido o esclavo de nuestro subconsciente cuando el lector descubre que escribir es una celebración, una fiesta, una liberación, y no un deber, una tarea, una meta u obligación.  Al contrario que la
mayoría de libros o talleres sobre escritura, éste no insiste en absoluto en la cuestión técnica o estilística, porque según Bradbury la clave del éxito está en leer y ponerse a escribir libremente, sin ataduras ni inhibiciones. Zen en el arte de escribir nos trae la fiebre, el entusiasmo, el deleite que Bradbury encontró en la escritura, haciendo de ésta uno de los grandes amores de su vida -junto a su esposa y sus tres hijas- y que, ahora, hace también nuestros. 

martes, 7 de octubre de 2014

LAS ÁUREAS MANZANAS DEL SOL

     Ahora que, en pleno mes de octubre, nos encontramos en época de recolección de manzanas en nuestro país, me viene a la mente una de las mejores joyas literarias de Bradbury, su novela de 1953 The Golden Apples of the Sun, una antología de 22 deliciosos relatos cuyo título tiene su origen en la última estrofa del célebre poema «The Song of Wandering Aengus» (1899) —que se puede traducir como 'La canción de Aengus el errante'—, del nobel de literatura anglo-irlandés William Butler Yeats, estrofa que cito a continuación: 

Though I am old with wandering                       Aunque ya estoy viejo de tanto errar
through hollow lands and hilly lands,                por tierras bajas y tierras montañosas,
I will find out where she has gone                      descubriré dónde ella se ha ido,
and kiss her lips and take her hands;                   y besaré sus labios y cogeré sus manos;
and walk among long dappled grass,                  y caminaré por la larga yerba moteada,
and pluck till time and times are done                y arrancaré hasta el fin del mundo
the silver apples of the moon,                             las argénteas manzanas de la luna,
the golden apples of the sun.                               las áureas manzanas del sol.

     La sencillez estilística de los relatos narrados en la novela es parangonable a la del poema del que toma su título. La novela es un lienzo de la más conmovedora y misteriosa poesía de nuestro autor, que únicamente se desnuda en las profundidades del alma humana. Estos relatos nos llevan a un viaje en el tiempo y el espacio donde el maravillado lector es testigo de los escenarios más inverosímiles, desde un solitario y aparentemente abandonado faro hasta un safari de más de 60 millones de años, entre muchos otros escenarios mundanos y estelares. Aunque Ray Bradbury se convierte en nuestro guía por unas extravagantes manifestaciones del futuro, lo que realmente nos descubre son las maravillas de nuestro tiempo presente; esas maravillas que tantas veces tenemos ante nuestros ojos y que tan pocas veces advertimos. Quedémonos, por el momento, con este pasaje de uno de sus capítulos, «La bruja de abril», que de 'bruja', 'bruja' tiene más bien poco:

«Era un buen cuerpo, el cuerpo de la muchacha. Tenía huesos del más fino y delicado marfil, envueltos redondamente en carne. El cerebro era como una pálida rosa té, que colgaba en la oscuridad, y había un aroma de manzanas en la boca. Los labios se apoyaban firmemente en los blancos, blancos dientes, y las cejas se arqueaban nítidamente ante el mundo, y el pelo caía hermoso y suave en la nuca de leche. Los poros se apretaban diminutos y cerrados. La nariz apuntaba a la luna y las mejillas brillaban con pequeños fuegos. El cuerpo se movía con el equilibrio de una pluma y parecía como si siempre se cantase a sí mismo. Estar en este cuerpo, esta cabeza, era como calentarse en una estufa, vivir en el ronroneo de un gato dormido, dejarse llevar por las tibias aguas de un arroyo que corría de noche hacia el mar».






domingo, 31 de agosto de 2014

(29 de agosto de 2014)


RECUERDO (Ray Bradbury, poesía completa, Madrid, Cátedra, 2013).
Aquí es donde veníamos, pensé,
de aquí para allá, por los prados hará cuarenta años ya.
Yo había vuelto y paseé por las calles y vi la casa en la que nací,

crecí y viví mis días sin fin.
Ahora, siendo cortos los días, simplemente había venido
a contemplar y mirar detenidamente
la visión de esa infinita maraña de tardes.
Pero ante todo, deseaba encontrar los lugares por donde yo

[corría como los perros, delante o detrás de los niños,
las rutas anotadas por los indios o por los hermanos raudos
[y juiciosos yo, un tipo de pelo encanecido, pero, sobre todo, de
imitando a una tribu. Llegué al barranco. Descendí por el sendero,
[pensamientos graciosos,
y encontré el lugar vacío.
¡Imbéciles! Pensé. ¡Oh!, chicos de esta nueva época, ¿Cómo no sabéis que el Abismo aquí nos espera?
Los barrancos son especialmente hermosos y de un bello

[verdor,
misteriosos y bullentes de monos y bestias,
de criminales abejas que roban a las flores para dar a los árboles. Aquí reverberan las cavernas y los riachuelos que hay que

[vadear después del saqueo: un bicho de agua, un cangrejo, una piedra preciosa
o una bota de goma perdida, [179]
es un tesoro natural, ¿y por qué este lugar está en silencio? ¿Qué ha pasado con nuestros chicos que ya no se apresuran para quedarse a contemplar la artesanía de Cristo:
su sangre brillante y sangrada en los jarabes de los bellos

[árboles heridos? ¿Por qué sólo hay serpenteos de abejas y mirlos y arqueada [hierba?
No importa. Camina. Camina, mira, dulce memoria.
Di con un roble al que yo a los doce años una vez
había trepado y desde el que grité a Skip para que me bajara. Estaba a mil millas de la tierra. Cerré los ojos y chillé.
Mi hermano, muy dado al jolgorio, dio grandes risotadas y subió a rescatarme.
«¿Qué hacías ahí?», dijo.
No respondí. Casi me baja muerto.
Pero allí estaba yo para colocar una nota en un nido de ardilla en el que había escrito un viejo asunto secreto ya muy

[olvidado. Ahora en el verde barranco de años intermedios me quedé bajo ese árbol. «¿Por qué? ¿Por qué? —pensé—, ¡Dios mío!»,
No es tan alto. ¿Por qué chillé?
No serán más de cinco metros. Voy a subir sin problemas. Y lo hice.
Y me acurruqué como un solitario mono envejecido,

[agradeciendo a Dios que nadie viera a este antiguo hombre haciendo el ridículo
agarrado grotescamente al tronco.
Pero luego, ¡Ay Dios!, ¡Qué sorpresa!
El agujero de la ardilla y el perdido nido allí estaban.

Me tendí un rato, pensando.
Me empapé de todas las hojas, las nubes y los climas, transcurriendo tan mecánicamente
como los días.
[181]
«¿Qué?, ¿qué?, ¿que si? —Pensé—. Pero no. ¡Algo más de [cuarenta años!
¿La nota que puse? Seguro que ya ha sido robada.
Un chico o una lechuza la habrá birlado, leído y hecho trizas. Se habrá esparcido por el lago como el polen, hoja de castaño o el tufo del diente de león que surca los vientos del tiempo... No. No».
Metí la mano en el nido. Ahondé bien los dedos.
Nada. Y nada de nada. Pero al ahondar más
allí estaba:
la nota.
Como alas de polilla nítidamente empolvadas, bien plegada había sobrevivido. Las lluvias no la tocaron, la luz del sol

[no decoloró su contenido. Ocupaba mi palma. Conocía su forma:
Papel rayado de un viejo libro de garabatos de Jefe indio Sioux. ¿Qué?, ¿qué?, ¡Oh!, ¿qué había puesto yo en palabras allí hacía tantos años?
La abrí. Ahora mismo tenía que saberlo.

La abrí y lloré. Me pegué al árbol
y dejé las lágrimas caer y rodar por mi barbilla. Querido muchacho, extraño niño, que debe haber

[conocido los años y contemplado el tiempo y olido la dulce muerte en las
[flores.
En el lejano cementerio.
Era un mensaje al futuro, a mí mismo.
Sabiendo que un día debo llegar, venir, buscar, regresar. Desde el joven al viejo. Desde el yo que era pequeño
y fresco hasta el yo que era grande y nunca más nuevo. ¿Qué decía que me hizo llorar?

Me acuerdo de ti. Me acuerdo de ti. 

miércoles, 20 de agosto de 2014



     El creador de personajes célebres de la literatura fantástica como Tarzán o John Carter, de mundos como Barsum (Marte) y Pellucidar (centro de la Tierra) es conocido hoy día como uno de los fundadores de los «pulp fiction», en su tiempo considerado un subgénero literario por el canon y la norma académica de la época. Burroughs fue un autor prolífico donde los haya y de una extraordinaria imaginación, como dan prueba de ello sus novelas históricas, de la jungla, westerns y, fundamentalmente, sus innumerables entregas de relatos ambientados en Marte, Venus y el centro de la Tierra, que con el tiempo darían lugar a novelas como Una princesa de Venus, Los dioses de Marte o Una princesa de
Marte, por mencionar sólo unos cuantos títulos. Pero en esta ocasión no vamos  hablar de su obra, sino del papel que una de sus novelas en concreto, The Gods of Mars, ejerciera en Ray Bradbury cuando éste aún no había cumplido los 12 años de edad. Bradbury acababa de descubrir la posibilidad de otros mundos y héroes en escenarios estelares como Marte, pero los medios materiales para continuar «devorando» las siguientes entregas de esta saga de uno de sus autores preferidos durante su infancia le hicieron tomarse la libertad de continuarla él mismo con los medios más rudimentarios a la mano, guiado en todo momento por su eléctrica y compulsiva imaginación, que, a su vez, le revelaba su misión en el mundo como futuro novelista:

«No podía esperar un año hasta que saliera el próximo título, y lo que es peor, cuando ni siquiera podría permitirme comprarlo y las bibliotecas no lo traían porque no lo consideraban apto para niños. Todavía faltaba mucho para mi próximo cumpleaños y para Navidad; así que decidí sentarme con mi amigo Bill Arno, sacamos un rollo de papel de estraza y empezamos a escribir e ilustrar la siguiente secuencia para Los dioses de Marte, en la que se me ocurrió la manera para que la heroína pudiera resistir un año atrapada en la prisión y finalmente escapar. Me lancé de lleno al negocio de la novela» (Entrevista con Craig Cunningham, Los Angeles 1961).